viernes, 8 de abril de 2011

Los arquitectos no hacemos arte con nuestras manos





El resultado de nuestros proyectos, es decir lo que nos construyen (programa, cobijo, basura, mediocridad, espectáculo, ciudad, etc.), es el resultado de un trabajo en diferido.
Desde la conceptualización de una idea para responder a una petición espacial, a su final ejecución, hay gran cantidad de intermediarios con infinitos y divergentes intereses.

Es evidente que sin una voluntad expresa para hacer "Arquitectura" no hay inicio posible.
- sonrío - No es pretensión de este breve apunte definir que es "Arquitectura", pero estoy seguro que íntimamente, con honestidad y sin excesivas pretensiones cada uno tiene una singular idea de por qué derroteros podría ir. Es a esta definición particular a la que me refiero.

En cualquier caso forma parte de las labores del arquitecto que estima su trabajo, hacer converger todos los intereses de los distintos participantes a un fin común. Probablemente sea de las tareas más difíciles a las que nos tenemos que enfrentar a diario y de las más olvidadas académicamente.
Para defender nuestras ideas nos tendremos que hacer confesores, intermediarios, empresarios, visionarios o vendedores; y con tesón y suerte no hará falta prostituirse. Es un trabajo esforzado y de largo recorrido, que necesita un constante entusiasmo.
Entusiasmo controlado, porque de notarse en esta sociedad consumista, te tomarían por loco; pero absolutamente imprescindible para no decaer en la carrera.

Seremos sabios cuando aprendamos a fruir del proceso, y de bien seguro que algún goce nos llevaremos.



Jaume Blancafort. Arquitecto y profesor de proyectos de la escuela de arquitectura de la UPCT

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